El Problema Pandémico del Accountability

El problema pandémico del Accountability

Más de alguna vez hemos percibido personalmente o escuchado a alguien comentar sobre “la falta de compromiso” de determinada persona. Con frecuencia nos encontramos en situaciones en las que preferimos esperar a que las cosas pasen o simplemente buscamos al “culpable”. Por esto, en tiempos en los que nuestros comportamientos se encuentran más interrelacionados e interdependientes que nunca, quisiera abordar el concepto del Accountability.

La Accountability es un constructo incorporado por los autores Connors, Smith y Hickman (2008), y consiste en una elección personal para sobreponernos a las propias circunstancias, haciéndonos cargo para lograr los resultados deseados. El término en español más cercano es el de Responsabilidad, sin embargo, conlleva el cumplir con nuestros deberes asignados, mientras que la Accountability nos lleva a sentir la obligación de responder por nuestras acciones, trascendiendo los roles que podamos ocupar. Se trata de enfocarnos en hacer, mantener y responder por las decisiones personales, conduciéndonos y empoderándonos hacia las acciones a realizar para superar las situaciones difíciles y lograr nuestro propósito.

De acuerdo a esta perspectiva, existe una delgada línea entre el éxito y el fracaso tanto de una persona como una organización- y por qué no pensar en una sociedad-. Así, en este período histórico moderno que se asienta cada vez con más proyección, la famosa pandemia covid-19, podemos apreciar el fracaso. Cuarentenas más rígidas y- aunque intermitentes- prologandas, sumadas a protocolos, procedimientos y otras medidas que parecen resultar completamente inefectivas tanto en su implementación como en el control de la propagación del virus.

Aun así, más allá de abrir una discusión respecto a las fallas de sistema, la solución y el camino más efectivo para responder ante la crisis sanitaria, quisiera detenerme sobre el siguiente punto: ¿qué está ocurriendo con nuestro accountability personal? es decir ¿qué está pasando con el sentido de realidad, la apropiación, la entrega, la acción decidida hacia el cuidado individual y de otros? ¿hacia comprender que más allá de mí como individuo, dada mi naturaleza gregaria, estoy inserto en un entorno en el que convivo con otros, en el que ocupo un puesto como parte de una comunidad, en el que soy ciudadano?

Y es que en lugar de hacernos protagonistas y mantenernos activos frente al tremendo malestar, el desafío de desapego, la adaptación e incluso la reinvención que ha implicado este caos en múltiples o todas las áreas de nuestras vidas, sucumbimos ante el sentimiento de agotamiento y/o aburrimiento de la pandemia y nos vemos en la necesidad de, ad portas de celebrar su cumpleaños, conducirnos como si ésta hubiese terminado, o bien, habitamos la resignación- y por qué no el egoísmo- de “si me toca, me toca”.

Y entonces nuestro Accountability aborta misión y nos entregamos al vicio tan efectivo de la “víctima”, es decir, preferimos las excusas, la confusión, el culpar a otros, y asumimos una actitud de impotencia e incluso ira hacia la crisis. De este modo, tal cual lo proponen los creadores de este concepto, nos dedicamos a normalizar:

  1. La Negación: no reconocemos el problema, no tenemos conciencia de que el problema nos está afectando o simplemente lo negamos.
  2. La Resistencia: está la conciencia de que requerimos una acción hacia un resultado, pero existe resistencia a involucrarse (“no es mi tarea”).
  3. El Desplazamiento: negamos nuestra responsabilidad y culpamos a otros u otras por los resultados indeseados (“apuntar con el dedo”).
  4. La Confusión: utilizamos la confusión para evitar hacernos cargo, puesto que, si no entendemos el problema, no podemos hacer nada al respecto.
  5. El Cubrirse las espaldas: buscamos argumentos e historias para protegernos, justificando por qué no obtuvimos los resultados esperados o por qué no podemos ser responsables cuando las cosas salen mal.
  6. La Espera: preferimos evitar cualquier acción y esperar a que las cosas resulten por sí solas, sin embargo, generalmente empeoran.

La tentación por estar atrapados en el ciclo de la víctima es grande. Probablemente más de alguna vez hemos adoptado este papel y también reconocido una de estas actitudes en otros. El primer paso para salir de este círculo vicioso, consiste en desarrollar la conciencia de dónde estamos situados en este complejo escenario. Enfrentarnos cara a cara con nosotros mismos y con nuestras vidas, pues en este nuevo contexto la alternativa de consumo o eventos sociales como píldoras paliativas ya no están al alcance de nuestras manos – no por nada la catástrofe.

Y no se trata de una positividad tóxica que nos encierre en una burbuja de optimismo, la cual más nos lleve más que hacia una actitud favorable, hacia otra negación (al más puro estilo redes sociales), no. Claramente, existen situaciones y caso a caso que requieren abordarse, incluso, desde la práctica clínica en el ámbito de salud mental y psicoemocional. Pero, en esta oportunidad, simplemente quisiera hacer hincapié en que, para lograr el éxito como personas, organizaciones y sociedad, dando término a la agenda de covid-19 de una vez por todas; necesitamos comenzar por casa: primero desarrollar nuestro Accountability, pues si no vamos a contribuir al panorama, al menos podemos evitar el despropósito de empeorarlo.

En definitiva, la invitación es a preguntarnos ¿qué más puedo hacer yo para sobreponerme a mis circunstancias? ¿cómo me puedo cuidar a mí y a otros? ¿cómo impactan mis acciones en mi entorno más directo e indirecto? Y ¿qué puedo hacer o dejar de hacer para mejorarlo? Por último, ¿qué curso de acción puedo tomar para, aun en medio de esta inestabilidad e incertidumbre, lograr los resultados que deseo?

 En mi opinión, este virus es el primero de muchos, por lo que esta reflexión se torna imperativa, pues con o sin pandemia, para quienes sobreviven, lo inexorable de la vida continúa, y de nosotros depende, la historia que queramos contar respecto a quiénes fuimos y qué aprendimos durante la crisis covid-19.

Por Valeria Aravena de la Fuente
Psicóloga Organizacional

Coach Fenomenológica

Temuco, 31 de enero 2021

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